En la relación entre Abogado y cliente, así como entre Abogado y el resto de operadores jurídicos, el letrado del Siglo XXI requiere un conocimiento y uso de herramientas tecnológicas que en algunos casos, excederá su empleo y manejo de los conocimientos de que se disponga.
El Abogado debe ser capaz de supervisar y controlar los datos, documentos, así como las conversaciones que mantenga por cualquiera de los canales hoy disponibles. Es por ello que debe desconfiar de todo tipo de usuarios que no haya verificado personalmente. Es muy habitual los intereses de muchos clientes por conocer la opinión de distintos profesionales, así como los precios de un encargo profesional.
Preguntas que debe hacerse el Abogado:
1.-¿Dispongo de un anti-virus en mi teléfono móvil, ordenador y dispositivo informático?
2.-¿Ha expedido un consentimiento expreso de sus cometidos a desarrollar por encargo con el cliente?
3.-¿Se relaciona con el cliente u otros usuarios a través de las redes sociales, Whatsapps y otros tipos de chats?
4.-¿Actualizo mi equipo informático a las últimas versiones?
5.-¿Realizo copia de seguridad a diario de mis archivos?
6.-¿Genero contraseñas periódicas para acceso a mi equipo informático y a mis archivos?
7.-¿Guardo datos de índole sensible en la Nube?
La respuesta a estas preguntas, permitirán deducir el estado de vulnerabilidad al que se enfrenta el despacho profesional del Abogado.
Consejos:
El Abogado de hoy en día, debe garantizar el Secreto profesional y de las comunicaciones en su máximo extremo. No basta con decir que ha sufrido un ataque externo y no consentido, sino que debe demostrar que dispone de todos los medios informáticos actualizados y en sus últimas versiones.
El mejor modo de garantizar y asegurar una relación profesional de acorde a las nuevas realidades y frente a las amenazas informáticas es someterse a una prueba de Hacking ético. Esta prueba permitirá conocer el estado de seguridad de los datos del despacho y le permitirá adoptar las medidas correctoras que precise.
Desconfíe de los datos subidos a la Nube, acceso por huella digital a su dispositivo móvil y el uso repetitivo de la misma contraseña en diferentes canales o accesos.